Artículo: ‘La cabra catalana, una raza ancestral’
LA CABRA CATALANA, UNA RAZA ANCESTRAL
Santiago Álvarez Bartolomé
izquierda: cabras catalanas en la comarca del Pallars Jussà en 2004 (Autor: Santiago Álvarez Bartolomé) derecha: Cabras catalanas en la Alta Ribagorça en 1942. Instituto de Estudios Ilerdencs (Autor: Claudio Gómez- grado)
La cabra catalana es una raza ancestral y ampliamente documentada que, en último siglo, ha visto decrecer su población hasta considerarse extinguida. El área central de distribución, situada en las comarcas del Prepirineo y Pirineo de Lleida y la Franja de Ponent, se ha ido reduciendo hasta quedar una pequeña población en la zona del Montsec. Se trata de una raza formada por animales robustos, de tamaño considerable y capa blanca, históricamente seleccionada por un manejo extensivo de montaña dirigido a la producción de carne de cabrito y de crestó. El último rebaño de cabra catalana conocido se localizó en el 2005 en Sant Salvador de Toló y, actualmente, protagoniza una iniciativa de conservación y reintroducción de la raza dentro del proyecto CULTURAS ENCUENTROS de Slow Food Terres de Lleida.
METROanejo tradicional de la cabra catalana
La cabra ha sido una especie muy importante para las economías rurales de extensas zonas del territorio, donde no abundaba el ganado vacuno, ya que se podía obtener carne y leche, alimentos muy necesarios en regiones de clima mediterráneo. La leche al mismo tiempo también podía ser transformada en queso para ser consumida en periodos de escasez. Las leches de cabra y oveja, solas o mezcladas, son las que han contribuido de manera más generosa a la tradición quesera de Cataluña. Mediante diferentes sistemas de coagulación y maduración se han conseguido muchos tipos de quesos, que desgraciadamente también desaparecen y hay que trabajar para recuperarlos.
Desde la antigüedad, en el Pirineo de Lleida, los rebaños trashumantes de ovejas xisquetas que subían y bajaban al Plan de Lleida eran guiados por grandes chivos castrados, que recibían la denominación de "crestons» y los que se proveía de espectaculares cencerros abigarradas con abundancia de símbolos mágicos que les habían de ayudar a cumplir su función de guía. En muchos rebaños de ovejas no trashumantes también tenían cabras y las utilizaban para facilitar la cría de aquellos corderos que habían quedado huérfanos o que procedían de partes dobles donde la madre no era capaz de sacarlos adelante. Estas cabras también eran importantes porque producían cabritos y durante algunas temporadas del año sus excedentes de leche eran aprovechados por los pastores para el propio autoconsumo y en algunos casos para producir quesos.
En la sierra del Montsec siempre han existido rebaños integrados exclusivamente por cabras que recibían la denominación de «Cabradís». Este sistema de manejo aún se conserva en algunas localidades, en general alejadas de la influencia de otras actividades económicas. En estos territorios, las ovejas y otras especies ganaderas no han sido capaces de aprovechar tan eficientemente los pastos con lo hacen las cabras. Durante el último siglo, las explotaciones ganaderas del Montsec han ido especializando cada vez más en la producción de carne de cabrito de menos de dos meses, aunque hasta mediados del siglo pasado el sistema de engorde era diferente y se especializaba en la producción de crestons de más de nueve meses, que tenían en las zonas próximas a Barcelona su mejor mercado.
La cabra catalana durante el siglo XX
La primera referencia bibliográfica relativa a la raza catalana corresponde a Rosell y Vila (1) et al. (1929), quien la describe y ubica en las comarcas catalanas de los Pirineos. Pedro Mártir Rosell y Vila (1882-1933) fue un notable veterinario del cuerpo de inspectores de higiene pecuaria, catedrático de la escuela de Agricultura de Caldes de Malavella y Director de los Servicios de Ganadería de la Mancomunidad de Cataluña. Ejerció una carrera científica muy prolífica y él le debemos un intenso trabajo de divulgación y fomento de las razas autóctonas de Cataluña. Durante su carrera describió y fotografiar muchas de las razas ganaderas que hoy conocemos, entre ellas la cabra catalana.
Jordana y Vidal (2) et al. Identifica la raza catalana en unas pinturas medievales del siglo XIV, concretamente en una mesa originaria de la localidad de Torà (la Segarra), en la que aprecia los rasgos más característicos de la cabra catalana: cuernos dispuestos en forma de arco, paral·paralelas y dirigidas hacia atrás.
Enric Canut (3) localiza durante la década de los años 80 una importante población de cabras autóctonas catalanas en el área del Prepirineo de Lleida. Este autor señala, que poco tiempo antes se podían contabilizar en el Valle de Ager (la Noguera) hasta 15.000 ejemplares de cabras blancas autóctonas pero en aquella época su censo ya se había reducido de manera considerable y sólo quedaban unos cuantos rebaños diseminados.
Carné (4) et al. (2005), afirma que la raza caprina catalana se extinguió a mediados del siglo XX, aunque no especifica de qué comarcas.
Durante el año 2004, algunos pastores trashumantes del Pirineo de Lleida, establecidos en los alrededores de Mollerussa, aún recordaban algunas localidades de la Noguera y el Pallars Jussà donde la cabra catalana había sobrevivido hasta tiempos muy recientes.
Siguiendo estas indicaciones pudimos entrevistar a algunos ganaderos jubilados que recordaban perfectamente la cabra del «país» o "de Cabradís" y que la circunscribían al Montsec y en el área tradicional de trashumancia de la oveja xisqueta.
finalmente, un año más tarde estos mismos ganaderos nos condujeron hasta la localidad de San Salvador de Toló, donde aún se conservaba un reducido núcleo de ejemplares, propiedad de un solo ganadero. Después de un primer acercamiento para conocer su situación, se pudo apreciar que se trataba de cabras que no habían sido ni cruzadas ni importadas de otros territorios. Se trataba de una población autóctona muy bien conservada aunque de tamaño reducido, integrada por menos de 50 ejemplares. Esta población se ha reducido de forma considerable aunque han aparecido ejemplares aislados en otros rebaños próximos. Durante el año 2011 y raíz de la resonancia que ha tenido el proyecto de recuperación de esta raza han podido localizado nuevos rebaños con individuos pertenecientes a esta antigua raza. Desafortunadamente, la edad de los últimos ganaderos, augura un futuro incierto para estas cabras. También parece posible que haya ejemplares asilvestrados.
Area de distribución de la raza catalana
La extensión de la raza catalana fue muy amplia en el pasado. La información facilitada por ganaderos, la documentación bibliográfica y un número considerable de material fotográfico nos han permitido ubicar la raza en las comarcas occidentales de Cataluña y en una parte reducida de la Cataluña central.
Rosell y Vila (1928) la circunscribe a las comarcas del Pirineo catalán. Sin embargo, hoy sabemos que no todas las comarcas del Pirineo han sido ocupadas por esta raza. Algunos autores franceses (5) sitúan en el Pirineo oriental otra población autóctona diferente que denominan raza rosellonesa. Jordana y Vidal et al. (2006) sitúa la raza catalana en un territorio que incluye la localidad de Torà (Segarra) y el Valle de Arán.
El fondo documental del archivo fotográfico del Instituto de Estudios Ilerdencs (IEI), custodia algunas fotografías en las que aparecen rebaños de ovejas de raza xisqueta junto a cabras de raza catalana, en trashumancia durante el verano de 1942, entre el Valle de Aran y la plana de Lleida. Una extensa área geográfica que comprende las comarcas del Valle de Aran, el Pallars Sobirà, la Alta Ribagorça, Ribagorza y la Litera.
más recientemente, Canut (1980) la localiza durante la década de los 80 en el Valle de Àger, en una zona más concreta situada a caballo entre las comarcas de la Noguera y el Pallars Jussà.
En la Pobla de Lillet (6) (Berguedà), también existieron rebaños de raza catalana, aunque parece ser que en esta comarca también había otras agrupaciones raciales autóctonas de pelo negro y largo.
Fuera del ámbito territorial del Pirineo y Prepirineo, hemos encontrado referencias antiguas a la raza catalana a otras localidades, concretamente en Capellades (Anoia), donde durante la primera década de 1910 se celebraron algunas ferias ganaderas de ámbito comarcal, impulsadas por la Diputación de Barcelona y el Ayuntamiento de Capellades, donde la raza estaba presente. A Mediona (Alt Penedès), también existieron rebaños de raza catalana, aproximadamente sobre la década de 1940, aunque ya influenciados por la raza murciana.
Durante los trabajos de investigación y prospección hemos podido constatar que esta antigua población de cabras autóctonas ha sido poco estudiada, probablemente debido a que tradicionalmente ha recibido diferentes denominaciones (7) y ninguna de ellas coincide con la denominación académica de "cabra catalana", que aparece recogida a principios de siglo XX en la literatura zootécnica.
miel Montsec, el último reducto de la cabra catalana
Como hemos indicado, las Sierras del Montsec, han sido el último territorio donde se ha conservado la raza. Se trata de una cordillera calcárea de 40 kilómetros de largo que se extiende por la provincia de Lleida y la de Huesca. Perfectamente orientada de este a oeste, es seccionada por dos impresionantes desfiladeros, que dividen la cordillera en sus tres secciones tradicionales: Montsec de Rúbies y Montsec d'Ares (en Cataluña) y Montsec de Estall (en la Ribagorça de la Franja de Ponent).
actualmente, la raza catalana circunscribe su antigua área de distribución en el Montsec de Rúbies, aunque hasta hace menos de 15 años se extendía también por la totalidad de esta cordillera e incluso por la Conca de Tremp, penetrando hacia la sierra de Boumort.
Es oportuno indicar que el Montsec del Estall, esta raza fue muy abundante, ya que incluso académicamente llegó a recibir la denominación de raza de Benabarre.
doaracterísticas morfológicas
Para describir la raza hemos partido de las descripciones ya existentes en la bibliografía zootécnica, alguna de principios de siglo XX, también de las escasas imágenes antiguas que acompañaban estas descripciones y sobre todo de la información facilitada por los últimos ganaderos del Pirineo. Largas conversaciones con estos cabreros que en su mayoría ya se han jubilado, pero que conservan la tradición ganadera que recibieron de sus antepasados.
La cabra catalana está formada por animales grandes, de perfil facial recto, de proporciones largas y de marcada aptitud cárnica, coloración blanca uniforme aunque se han descrito capas platjades en negro y rojo. Se trata de animales muy vistosos y de gran vivacidad. Tradicionalmente las casas ganaderas aprovechaban el excedente de leche que producían estas cabras una vez destetados los cabritos. Hasta hace pocas décadas había familias que todavía las ordeñaban.
BREVE DESCRIPCIÓN MORFOLÓGICA DE LA RAZA CAPRINA CATALANA
Cap i Coll: de perfil recto o ligeramente subcóncavo, cabeza fuerte de cara amplia y hocico grueso. Las mucosas son rosadas, con un ligero moteado más oscuro. El cuello es largo y firme, con frecuencia aparecen ejemplares con pendientes en el cuello pero no siempre. Los machos presentan barba, algunas hembras también.
cuernos: son de tamaño medio, en forma de arco y dirigidos de adelante hacia atrás, tipo «enfermo». Los cuernos nacen paral·paralelas y en forma de arco, llamadas localmente «cuernos copadas», pero a medida que el animal envejece sus puntas tienen tendencia a separarse y rotar ligeramente. Con poca frecuencia aparecen hembras que presentan la cornamenta del tipo «Prisca» y que los ganaderos llaman «cuernos Creston».No es habitual que aparezcan hembras mocho.
Los machos presentan un cuerno más desarrollada dirigida hacia fuera, en este sexo es frecuente la aparición de ejemplares con cuernos que recuerdan a las de la cabra rosellonesa.
tronco: mediolini, bien desarrollado, línea dorsolumbar recta, tórax profundo, costellam ampli, la cola es corta y con tendencia horizontal.
extremidades: fuertes y cortas, pezuñas de tamaño medio y coloración clara.
orejas: son de tamaño mediano, de disposición horizontal o ligeramente caídas. En los machos tienen tendencia a colgar verticalmente.
Pell: fina y sin pliegues.
Mames: recogidas y de forma globosa y con pezones de tamaño medio y forma cónica.
testículos: proporcionados, simétricos y bien desarrollados.
cubierta: La coloración de esta raza es blanca y uniforme. Existen ejemplares con manchas de coloración negra o marrón que adquieren una extensión continua que casi nunca aparece formando lunares. Con muy baja frecuencia aparecen ejemplares grises.
Los ganaderos reconocen una tercera variedad cromática que llaman «sabinarda», en estos casos su coloración presenta matices grisáceos en las partes distales sobre un fondo blanco o canela.
pelo: de longitud media. Más corto que el de la raza pirenaica pero más largo que el de la cabra rosellonesa. En los machos el cuarto delantero y cuello presentan por algo más largos. Algunos autores han indicado que la raza catalana, en el Valle de Aran, presentaba pelo largo. Este hecho probablemente fue debido a la importación de razas extranjeras, así lo explica Rosell y Vila (8) (1919) al constatar que en esta comarca, la raza autóctona ya se encontraba mezclada con diversas razas francesas a principios del siglo XX.
La raza catalana y la blanca celtibérica presentan numerosas diferencias morfológicas (9), ya que históricamente han ocupado territorios dispares y han sido explotadas bajo formas de manejo diferentes. Desde un punto de vista cromático, ambas razas presentan una coloración blanca característica. Sin embargo, la raza blanca celtibérica presenta una cornamenta muy característica que la diferencia de otras razas ibéricas y que se caracteriza por presentar los cuernos estriadas, de sección triangular, levantadas y rotando sobre sí mismas como si de un tornillo se tratara.
(1) Rosell y Vila, PM. et al. Diccionario de Agricultura, Zootecnia y Veterinaria. Editorial Salvat. 1928 (2) Jordana y Vidal et al. Catalanes de Por y Pluma. Lynx editoriales. 2006 (3) Canut, Enrique et al. Los quesos en Cataluña. editorial Altafulla. 1980 (4) Carné et al. La cabra blanca de Rasquera: Caracterización morfológica y faneróptica. Archivos de zootecnia vol. 56, n. 215, pag. 330. 2005 (5) Babo, Daniel. razas ovinas y caprinas franceses. Ediciones France Agricole. 2000. Pág. 250 (6) Información facilitada por Ernest Sitges y Camps, uno de los últimos ganaderos trashumantes del Pirineo catalán que ha recogido una importante col·Colección de fotografías antiguas y numerosos objetos de interés etnográfico durante más de 30 años de actividad ganadera. (7) Durante las prospecciones realizadas hemos podido constatar que esta raza, en la Cataluña central recibe la denominación de "Cabra Pallaresa", en la comarca de la Ribagorza la llaman "Cabra del Montsec" y por último en el Montsec la llaman "Cabra de Cabradís". (8) Rosell y Vila, PM. Importancia de la Ganadería en Cataluña y estudio zootécnico de algunas de sus comarcas. Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. 1919. (9) Álvarez Bartolomé, Santiago. La Raza Caprina Catalana. Revista Feagas núm.36. 2010
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